La revista Cosmopolitan nos sorprende hablando de la consagración virginal
Fuente: Catholic-link.com
Es casi un milagro que una revista como Cosmopolitan haya publicado un artículo sobre la vida de una mujer consagrada a Cristo. De primera impresión, y por tener la fama que tiene dicha revista, llegué a pensar que se trataba de una estrategia y que el contenido de la entrevista estaría completamente distorsionado. Luego de haber leído el artículo completo, me sorprendí con una historia preciosa, que les sugiero lean.
Para las personas que no conocen que es el «Ordo Virginum» (Orden de las Vírgenes), más aún para personas a favor de la unión homosexual (y de cualquier otro tipo de unión), el artículo ha generado controversia: ¿Cómo es posible que una mujer se case con Dios? y si una mujer dice que se puede casar con Dios, entonces yo me puedo casar con cualquiera. Y es que es comprensible, que en un mundo hipersexualizado esta figura resulte difícil de comprender. El «Ordo Virginum» no tiene que ver con una atracción de tipo sexual, tiene que ver con una vocación de vida, con un profundo amor a Dios.
Con el fin de aclarar un poco el tema y explicar de lo que se trata casarse con Jesús, les hemos preparado este post:
1. ¿«Ordo Virginum»?: O también llamado Orden de las Vírgenes, se remonta a los orígenes del cristianismo cuando aún no existían órdenes religiosas, mujeres vírgenes (y en algunos casos viudas) se consagraban a Dios y a su servicio por entero, en cuerpo y alma. Los Hechos de los Apóstoles y las cartas de San Pablo hacen mención ya a estas mujeres. Con el paso de los siglos, ya para el siglo XIV esta figura quedó en desuso, sin embargo luego en el Concilio Vaticano II se decide recuperar el «Ordo Virginum» y desde entonces muchas mujeres han ido entrando a él.
2. Casarse con Jesús no es casarse con un ser imaginario: Para entender este orden, es necesario entender que Dios es una persona, no es un ser imaginario, es alguién que existe y nos ama infinitamente. Por lo tanto esta vocación religiosa no nace como respuesta precisamente de una necesidad apostólica o social, sino que es una respuesta al gran amor de Cristo.
3. Una unión con Cristo no es lo mismo que una unión con un hombre: El matrimonio entre un hombre y una mujer tiene que ver con la atracción natural (de carácter sexuado) que existe entre ambos, es una unión que se da en libertad con el fin del bien de los esposos, la protección y educación de los hijos. Es una unión basada en el amor de los esposos elevada a sacramento por el mismo Jesús. Simboliza el amor de Jesús por su iglesia. El «Ordo Virginum», no es una unión con un fin social, es una unión de amor espiritual, en donde no entran a tallar las inclinaciones naturales. Es un amor espiritual en respuesta al gran amor de Dios.
4. Es una orden que se vive en la soledad de lo cotidiano: El ideal de esta orden, en sí mismo verdaderamente elevado, no exige ningún cambio exterior particular. Normalmente, cada una de las consagradas permanece en su propio ambiente de vida. Es un camino que parece exento de las características específicas de la vida religiosa, sobre todo de la obediencia. En ellas el amor se convierte en seguimiento: su carisma implica una entrega total a Cristo, una configuración con el Esposo, que requiere implícitamente la observancia de los consejos evangélicos, para conservar íntegra la fidelidad a él (cf. Ritual de consagración de vírgenes, 47), esto quiere decir que luego de la consagración, estas mujeres no necesariamente se retiran a vivir en una comunidad como lo hacen las demás órdenes religiosas. Ellas viven su vocación desde lo cotidiano de sus vidas, muchas son médicos, abogadas, profesoras, etc.
5. Es una anticipación de la vida en el cielo: Es un signo escatológico. ¿Qué quiere decir esto? Es un signo que nos habla de cómo será nuestra vida en la eternidad. Una eternidad en la que Dios basta para ser felices. Es una antelación de cómo será nuestra vida en el cielo, en donde nuestra naturaleza humana será gobernada enteramente por el espíritu.
«Que en ti, Señor, lo posean todo, porque te han elegido a ti solo, por encima de todo» (Ritual de consagración de vírgenes, 38).